Biografía de un delincuente
José Manuel Mariscal Cifuentes
Sabíamos que moriría,
tenía fecha fija.
Llevábamos tiempo queriendo acabar con él.
Mató más que ningún otro,
inventó nuevas formas de hacerlo.
Vendió una imagen aséptica, inocente, neutral.
Pero nadie que lo conociera bien se la creía.
Cuando por fin murió,
Todos ya sabían su epitafio:
"Aquí yace el siglo veinte, enterrado
entre sus muertos.
Olvidadme y seréis felices."
(De "La filosofía de los semáforos")
Soledad incolora
Rosa Desastre
Justo en el tiempo que tarda en cambiar de color el semáforo,
soy capaz de inventar para ti un mundo mejor.
En tres segundos, mientras te acercas a mi ventanilla
he contado las grietas de tus dedos.
Hace frío. Mucho.
Golpeas el cristal con tus nudillos ateridos
y golpeas mi corazón con tu sonrisa.
A ninguna de tus llamadas contesto,
pasando del verde a la huida.
Atrás te quedas sin tiempo de pintar tu historia
con un ámbar permanente.
Hay miedo al rojo de paso,
al negro de tu mano extendida,
a la transparencia de tu mirada.
Rápido bajo la cabeza o miro a la acera de enfrente
que hay luces que parpadean y que te desdibujan.
¡Que hambre de abrazos,
que soledad incolora,
que horizonte de asfalto se divisa
desde tu laberinto de pañuelos…!
Ingratas, la noche y yo pasamos de largo.
Mediodía
Elena Marqués Núñez
Te has quedado dormido
tomado de mi mano,
no sea que, en un descuido, se te escapen
las únicas caricias que te escuchan.
Aprovecho ese tiempo
para espiar tus ojos
y respirar las notas
que el silencio me deja.
Acabas de decirme que me quieres.
Tu voz me sabe a campo,
a tierra y soledades;
tu palabra al oído me regala
un bálsamo de luz y bendiciones.
Tras los cristales,
el otoño invariable nos concede
una lluvia delgada
y un árbol que golpea
la ventana entreabierta
y me indica la hora
de todas las renuncias,
de un regreso evitable
con solo una palabra que dijera
si algún día me atrevo.
No me confundas nunca
silencio con olvido.
Me duele, de quererte,
ese pasado inútil
en que solo te intuyo,
y este presente largo e imperfecto
donde todo me sobra o me hace daño.
Te esperaré ese tiempo que haga falta,
lo justo para no desesperarme.
(De "Propósito de enmienda")
